Seguidores

domingo, 22 de abril de 2012

Capítulo 1

 ¿Mi nombre? Mi nombre no lo sabrás, nunca, jamás. Pero quizá puedo contarte mi historia, mi rápida, fugaz y deprimente historia. Yo soy una chica sencilla, pero nadie es capaz de verlo. Me he criado toda mi vida como un conejito de indias, todos esperaban lo mejor de mí. Dicen que soy superdotada y que no encajo en el distrito 5, sino que debería haber nacido en el capitolio. Mi amiga Sophie me dice que es normal, que no debo sentirme mal por ello, que simplemente soy más inteligente que los demás. Y en cierto modo, lo que digan no me importa, pues tengo mejores cosas que hacer. ¿Qué cosas son esas? Quien sabe, a ti no te importa.
 
 -¿Lista? - preguntó Sophie, mientras se cepillaba el pelo,
 
 - No. Pero no queda otro remedio. - los agentes de la paz revisarán casa por casa, para asegurarse de que ninguna persona se haya saltado la cosecha. La asistencia es obligatoria a no ser que te estés muriendo. El castigo si no asistes es tremendamente cruel, te fusilan en público. -Vamos.
 
 Abrimos la puerta y salimos al exterior. Hacía u día realmente bueno, aún a sabiendas que dos familias se atormentarían durante todas las semanas que les iban a deparar. La cosecha se celebraba en la plaza, junto al edificio de justicia y las filas de niños de entre 12 y 18 años se arremolinaban frente a él. 
 
 Sophie y yo estamos separadas por un grupo de chicos de nuestra edad pero nos dirigimos una fugaz mirada. Sophie es y siempre ha sido mi mejor y única amiga. Desde que nos conocimos el primer día de clase, cuando nos peleamos por una muñeca con un brazo arrancado y calva, y acabámos ríendonos como tontas.
 
 El acompañante de este año para el distrito 5 es distinto al del año anterior. Es claramente, uno de los más vulgares del capitolio. No sé como lo ha hecho pero es un hombre bajito y en su piel relucen , lo que parece ser, auténticas escamas de reptil. Luce un traje muy morado, demasiado morado intenso. Siento ganas de vomitar.
 
 El hombre saluda con su grave voz y repite lo que diría el representante del año pasado. Se presenta y no escucho ni una palabra. 
 
 Vuelvo a mirar a Sophie y ella a mí. Yo pienso en sus veinte papeletas, y ella probablemente en mis veinticinco, ese es mi número de la suerte, el veinticinco. Pero claro, es un número lo suficientemente alto como para no darme buena suerte que digamos.
 
 -Empecemos por las dames, como siempre - canturrea el lagarto. Se acerca con andares extraños hasta la urna derecha y , tras remover con entusiasmo, saca un papel. Vuelve al podio y lo abre.
 
 No me da tiempo a preocuparme por Sophie, porque el lagarto anuncia mi nombre.